Migrantes en Puebla: trabajo informal, albergues y una espera incierta rumbo al norte

Migrantes en Puebla: trabajo informal, albergues y una espera incierta rumbo al norte

Foto: Enfoque

Este 18 de diciembre, se conmemora el Día Internacional del Migrante, proclamado por la ONU en el 2000 para reconocer las contribuciones de los migrantes al desarrollo global y promover el respeto a sus derechos humanos.

 

En este contexto, desde hace unos años, se ha hecho más visible la presencia de migrantes, sobre todo de origen centroamericano, en las calles y espacios públicos de Puebla.

 

Este fenómeno se está presentado de forma frecuente debido a que Puebla se ubica dentro de una ruta migratoria clave para quienes viajan desde la frontera sur de México hacia el norte o Estados Unidos.

 

Tradicionalmente, muchos usan el tren conocido como "La Bestia", que pasa por el estado, o viajan por carretera en autobuses, tráileres o a pie. Con el endurecimiento de controles en rutas tradicionales y políticas antimigratorias en Estados Unidos, algunos migrantes se quedan más tiempo en México, desviándose a ciudades como Puebla para descansar, buscar ayuda o incluso quedarse temporalmente.

 

De acuerdo a los últimos datos, el flujo de migrantes se ha diversificado, 50,000 migrantes de 126 nacionalidades han sido registrados en Puebla, aunque los centroamericanos siguen siendo significativos junto a haitianos, venezolanos y colombianos. La capital y municipios como San Martín Texmelucan concentran la mayoría de detecciones irregulares.

 

¿En qué se están ocupando estas personas?

 

Muchas de las personas migrantes que transitan o permanecen de manera temporal en el estado se ven obligadas a ocuparse en actividades de supervivencia diaria, ante la falta de recursos económicos y de opciones de empleo formal.

 

Su presencia es más visible en zonas urbanas, cruces viales y alrededores de vías férreas o carreteras, donde buscan obtener ingresos mínimos que les permitan alimentarse, descansar o continuar su trayecto hacia el norte del país.

 

La principal ocupación es el trabajo informal; en las calles, en cruceros y bulevares es común observar a migrantes limpiando parabrisas, vendiendo productos ambulantes, solicitando apoyo económico o llevando a cabo pequeños servicios como cargar bolsas o entretener en semáforos.

 

Estas actividades suelen ser temporales y responden a la necesidad inmediata de reunir dinero mientras esperan seguir su camino o recuperarse de rutas agotadoras.

 

Otros logran incorporarse a empleos temporales en sectores como la construcción, la agricultura, el comercio informal, los servicios domésticos o la manufactura. No obstante, la falta de documentos migratorios regulares limita su acceso a trabajos formales, empujándolos a la economía informal, donde se estima que labora alrededor del 65 % de las personas migrantes.

 

Una parte importante de esta población permanece en albergues administrados por la Iglesia católica, organizaciones civiles o instancias gubernamentales, donde reciben alimento, atención médica y orientación.

 

En menor medida, algunos optan por asentarse por más tiempo e intentar integrarse laboralmente, aunque enfrentan dificultades como la degradación de habilidades y el acceso limitado a programas de apoyo, los cuales suelen estar dirigidos principalmente a personas repatriadas o retornadas, y no a migrantes extranjeros.

 

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Esta visibilidad en las calles refleja vulnerabilidades, muchos son víctimas de extorsión, violencia o trata durante el trayecto, y su presencia aumenta en periodos de caravanas o por cambios en rutas migratorias. A la vez, como resalta la ONU este día, los migrantes contribuyen esencialmente en sectores como construcción, agricultura y servicios cuando logran insertarse.

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