La administración de Chedraui naufraga en el fracaso

La administración de Chedraui naufraga en el fracaso

Foto: Enfoque

En el circo político poblano, donde los escándalos federales suelen ser el analgésico perfecto para las dolencias locales, José Chedraui Budib había hallado un respiro a las críticas por su barrabasadas y no, no es casualidad. 

 

El brutal asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y el supuesto acoso contra la presidenta Claudia Sheinbaum coparon las portadas y las redes sociales. Tragedias nacionales, sí, pero para el supuesto alcalde poblano representaron un regalo de inframundo, un desvío masivo de la atención pública de su trienio fallido y que huele a derrota desde el día uno.

 

Chedraui, el empresario convertido en “alcalde”, que prometió orden y prosperidad al tomar posesión, ha dejado pasar un año de gobierno que se resume en un catálogo de promesas incumplidas, cero resultados tangibles y un montón de torpezas.

 

En estos días, ¿quién iba a acordarse de los baches o de la inseguridad, que cada día tiene mayor presencia en la capital, o del ambulantaje desbocado que ahoga el Centro Histórico, pese a las promesas de campaña de orden y limpieza?

 

Nadie, o casi nadie, y no se sienta mal: la mayoría de los poblanos, hipnotizados por el drama nacional, le dieron a Chedraui una tregua involuntaria, un bálsamo temporal para un gobierno que se ahoga en su propia incompetencia.

 

Pero la realidad, esa terca realidad, no perdona pausas, y el gobernador Alejandro Armenta, con su habitual franqueza, volvió a poner el dedo en la llaga, al calificar de “indignante” el estado de las calles de la capital, durante su habitual reunión con los representantes de los medios de comunicación.

 

¡Sí! Efectivamente, esos cráteres lunares que el municipio ignora mientras el Gobierno del Estado tiene que salir al rescate con programas de bacheo. ¿No le parece una “parajoda”? El gobierno estatal, liderado por Alejandro Armenta, asumiendo roles que le corresponden al ayuntamiento del neomorenista de Chedraui. 

 

El Gobierno Estatal ha tenido que meter las manos donde el municipal falló estrepitosamente; el mandatario, con su programa de pavimentación financiado en parte por donativos de Pemex, anunció la rehabilitación de vialidades principales en la capital, equivalente a 5,000 calles. Es como si el papá tuviera que hacer la tarea del hijo flojonazo.
 

Pero mientras eso sucede, Chedraui y su equipo viven en una burbuja de negación, prometieron una “capital imparable”. ¿Qué entregan? Calles convertidas en trampas mortales, donde un bache no sólo arruina el coche, sino que puede costarle la vida a alguien en un accidente evitable.

 

Inseguridad rampante, con robos, extorsiones y ejecuciones que ya no distinguen entre colonias populares y fraccionamientos exclusivos, y el ambulantaje, esa plaga crónica que bloquea banquetas, genera basura y competencia desleal, sigue intacto. 

 

¿Dónde quedaron los operativos prometidos? ¿Las reubicaciones? Sólo humo electoral. Lo cierto es que la administración de Chedraui no es un gobierno, sino una farsa. El edil puede intentar desviar la atención, repartir culpas o decir que los trabajos están en proceso, pero la realidad es contundente, su administración naufraga en el fracaso.
 

Y aunque los acontecimientos nacionales pudieron darle un respiro mediático, el anuncio del gobernador sobre la intervención en 24 vialidades más de la capital poblana y que son responsabilidad del municipio, terminaron por recordarle que los problemas locales no se resuelven con discursos, sino con resultados.
 

Porque, al final del día, ningún escándalo nacional alcanza para tapar lo que todo poblano ve, siente y padece: una ciudad capital cada vez más hundida en el abandono, en la indolencia de un alcalde de la indignidad.

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