
Tener un mal descanso podría generar efectos más complejos en el cuerpo humano que una simple fatiga. Entre los más destacados se encuentra la inflamación crónica, proceso biológico vinculado a diversas enfermedades graves. Según especialistas en neurología del Hospital Houston Methodist, la privación prolongada del sueño incide directamente en este tipo de respuesta inmunitaria.
Randall Wright, doctor experto en medicina del sueño, explicó que el cuerpo mantiene una actividad restauradora significativa durante el descanso nocturno. Una interrupción constante en ese proceso impide una recuperación adecuada del organismo, al afectar funciones esenciales. "Cada vez más estudios muestran que la privación crónica del sueño contribuye a la inflamación crónica", afirmó el neurólogo.
Así, este tipo de inflamación, de bajo grado y sostenida en el tiempo, representa un factor de riesgo para afecciones como hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, deterioro cognitivo y ciertos tipos de cáncer. Durante el sueño, el sistema inmunológico regula la producción de citoquinas y otros compuestos necesarios para combatir infecciones y mantener el equilibrio interno. Una alteración frecuente de este patrón reduce la capacidad del cuerpo para controlar procesos inflamatorios.
No se trata de inflamaciones visibles ni localizadas. En este caso, el término se refiere a una activación persistente del sistema inmune sin presencia directa de agentes externos. A diferencia de la inflamación aguda, útil y temporal frente a lesiones o infecciones, esta modalidad silenciosa produce un desgaste progresivo de órganos y tejidos.
Además del impacto físico, estudios recientes señalan consecuencias metabólicas. El descanso insuficiente modifica la sensibilidad a hormonas involucradas en el control del azúcar y las grasas en sangre. Esto incrementa el riesgo de enfermedades asociadas al síndrome metabólico. Los efectos no aparecen de forma inmediata, sino mediante una acumulación de alteraciones fisiológicas.
Wright indicó también que las personas con problemas de sueño suelen experimentar dificultad para manejar niveles de estrés, lo cual puede agravar la respuesta inflamatoria. Sin embargo, remarcó que las causas del insomnio son múltiples y requieren atención clínica específica.
Diversos estudios señalan que la evidencia consultada no asocia la inflamación crónica exclusivamente al insomnio, aunque destaca una correlación constante entre patrones de sueño deficientes y presencia de marcadores inflamatorios en sangre. Estos incluyen proteína C reactiva, interleucinas y otros biomarcadores medibles en estudios clínicos.
Igualmente, el especialista del Houston Methodist sugiere medidas concretas para preservar el descanso: establecer horarios regulares, reducir estímulos antes de dormir, asegurar un ambiente oscuro y silencioso, y evitar el uso de dispositivos electrónicos durante la noche. Aunque estas acciones no sustituyen una consulta médica, forman parte de lo que se denomina higiene del sueño.
En situaciones donde estas prácticas no resultan eficaces, se recomienda consultar con profesionales de la salud. "Es fundamental identificar el origen del problema, porque no todos los casos se resuelven con cambios conductuales", concluyó Wright. (NotiPress)