
Los que encabezan estas líneas son los adjetivos utilizados por la presidenta de México para describir los resultados de la jornada comicial que, por primera vez en nuestra milenaria historia, se realizó para elegir jueces, magistrados y ministros.
Y no le falta razón a Claudia Sheinbaum si el proceso eleccionario es analizado comparativamente con el “antes como antes” y “ahora como ahora” que postulaba el clásico que radica en La Chingada (Palenque, Chiapas) y reapareció como si nada para emitir sus votos, para que los “machuchones” entendieran y sobre todo asimilaran el final de los tiempos en que su poder fáctico estaba por encima de los institucionales y sobre todo del soberano, relegado durante casi un siglo a ejercer sólo la democracia representativa y eso a medias.
Razonable si alrededor de la mitad de los que conformarán el Poder Judicial a partir del 1º de septiembre fueron electos por 13 millones de ciudadanos de todos los sabores y colores de la diversidad nacional, cuando hasta antes del domingo pasado los grandes electores eran 128 senadores –o dos terceras partes de ellos– y el presidente de México.
Visto desde esta perspectiva es infinitamente más democrática la decisión tomada por 13 millones de ciudadanos que la reproducida durante casi dos siglos por el titular del Ejecutivo federal, usando al Senado como correa de transmisión.
Por eso es válido que Sheinbaum Pardo compare los resultados que proporciona el Instituto Nacional Electoral con los votos obtenidos por los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional, además de Movimiento Ciudadano, individualmente en la elección presidencial, con el total de votantes por las personas juzgadoras. Y en automático la critican los burócratas del desacreditado PRIAN, pues juran que nada tiene que ver una cosa con la otra, cuando se trata de votantes y procesos eleccionarios y sobre todo porque las dirigencias llamaron ruidosamente a la abstención, mientras sus gobernadores se presentaron a sufragar. Incapaces de ponerse de acuerdo, de una mínima coordinación, entonces la marcha dominical capitalina apenas reunió a 4 000 manifestantes. ¡Para llorar o reír!, pues urge una oposición con rumbo.
En lo que no se parece la elección presidencial del 1º de junio de 2024 y la de personas juzgadoras del domingo pasado, es que ésta fue compleja aun para los enterados porque se trató en el caso capitalino de nueve boletas, candidatos sin rostro y poco conocidos, merced a que la dirigencia del INE, el grupo de Lorenzo Córdova –si nos atenemos al juicio de Nancy Flores– logró imponer criterios y prácticas que obstaculizaron el debate y la información suficientes. Llegaron al absurdo de prohibir a la presidenta convocar a los ciudadanos a votar, lo cual fue corregido por la oportuna decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Y la misma Sheinbaum no desplegó el mejor de sus esfuerzos como sí hizo el miércoles 28.
Para ser la primera elección judicial se puede considerar buena la participación, si tomamos en cuenta que el próximo ministro Hugo Aguilar Ortiz, de origen mixteco, está cerca de obtener los votos que recibió el PRI en 2024: 5.15 millones frente a 5.73 millones. Y también es una prueba fehaciente de la naturaleza democrática de la elección porque frente a todos los pronósticos el abogado se convertirá en el segundo presidente indio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, después de Benito Pablo Juárez García.
Acuse de recibo
De Cuauhtémoc Villamar: “Estimado Eduardo: Apoyo la idea de que México debe confrontar diplomáticamente al gobierno sionista de Israel. Sin embargo, es necesario tomar en consideración dos elementos adicionales: en el plano internacional, México negocia con EUA el futuro del comercio bilateral, sin olvidar que el principal apoyo de Israel está en Washington. Hay quien asegura que la política exterior de EUA está dictada por Netanyahu. En el mismo terreno internacional, tres países latinoamericanos han dado el paso correcto de romper relaciones con Israel, o congelarlas; Brasil, Colombia y Chile. Cualquier acción internacional tiene un costo político y económico, ineludible. En el plano interno, no me parece suficiente el argumento que manejan algunos medios de que la presidenta Claudia tiene origen judío. En cambio, los grupos empresariales sionistas tienen peso interno aunque sabemos que a fin de cuentas el dinero no tiene nacionalidad. Todo ello debe ser considerado para tomar pronto una decisión histórica, similar a las heroicas posiciones adoptadas ante Austria, Etiopía, España, Cuba o Chile, entre otras. Se puede explorar, es una sugerencia, el congelamiento de todo comercio, intercambio tecnológico, turístico y educativo, sin cerrar la conversación diplomática. Esto se hace en combinación con las posiciones ya adoptadas en Naciones Unidas”. https://analisisafondo.com/ley-y-orden/candidatos-poder-judicial/2025/06/01/un-lugar-comun-de-sheinbaum/
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