
En la era digital, el teléfono celular se convirtió en una extensión más del cuerpo humano; sin embargo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), esto podría estar cobrando un alto precio a la salud física y mental de millones de personas. Según la OMS, el uso continuo de estos dispositivos puede generar efectos perjudiciales, como mala postura y sobreexposición a estímulos sensoriales.
Entre los principales riesgos, la organización señala la aparición de lesiones físicas derivadas del mal uso del dispositivo, como también la posibilidad de alteraciones en el sistema nervioso debido a la constante estimulación que produce la interacción con la pantalla. Si no se regula el tiempo de uso, pueden manifestarse trastornos que van desde molestias posturales hasta enfermedades graves, aseguró la organización.
Algunas de las afecciones incluyen el síndrome del cuello rígido, el síndrome del túnel carpiano, patologías oculares crónicas y, en casos más alarmantes, la aparición de tumores cerebrales. La exposición a los campos electromagnéticos emitidos por los teléfonos está clasificada como un posible agente cancerígeno para los humanos, y según una investigación, aumenta el riesgo de desarrollar tumores cerebrales.
Debido a la preocupación creciente en sectores médicos y científicos, se impulsaron nuevos estudios para profundizar en los efectos de la radiación a largo plazo. Uno de los males más comunes es el llamado “Tex neck” o cuello de texto, una dolencia causada por la inclinación continua de la cabeza al mirar el teléfono, lo que deriva en dolor de hombros, cefaleas y tensión muscular.
Este problema no solo implica molestias superficiales, ya que se documentó la aparición de contracturas, mareos, alteraciones vertebrales y dolor en las articulaciones. Asimismo, el uso desmedido del dispositivo convirtió estas afecciones en unas de las más frecuentes asociadas a la vida moderna.
Otro padecimiento que gana terreno es el síndrome del túnel carpiano, el cual es provocado por la presión repetitiva en la muñeca al sujetar el teléfono. Este trastorno afecta la movilidad y la sensibilidad en la mano, generando síntomas como hormigueo, debilidad y adormecimiento. También las lesiones en los tendones, sobre todo en el pulgar, fueron observadas con mayor frecuencia en jóvenes menores de 25 años.
La salud ocular tampoco escapa a las consecuencias del uso prolongado de este dispositivo, ya que las pantallas retroiluminadas, en especial cuando se observan en ambientes oscuros, pueden provocar daño progresivo en la retina. Entre los efectos más comunes está la visión borrosa, fotofobia, sequedad ocular y dolores de cabeza recurrentes.
El descanso nocturno también se ve comprometido, pues al usar el teléfono en la cama altera los ciclos naturales del sueño, ya que la luz que emite la pantalla engaña al cerebro, generando la sensación de estar en plena vigilia. Esto reduce la calidad del sueño y da lugar a síntomas como fatiga, irritabilidad y problemas de atención.
Incluso tener el teléfono cerca durante la noche puede disminuir el tiempo efectivo de descanso, por lo que la OMS incluyó una serie de preguntas que permiten detectar señales de alerta sobre una posible adicción: ¿revisas el dispositivo al despertar o antes de dormir?, ¿sientes ansiedad si no se responde de inmediato?, ¿te da miedo a salir sin él o imaginar notificaciones que no existen?
Responder afirmativamente a la mayoría de estas señales puede indicar una conducta compulsiva relacionada con el uso del teléfono. Ante este panorama, la OMS recomienda reducir el tiempo de exposición, adoptar posturas correctas y fomentar hábitos saludables que permitan un uso consciente de los dispositivos, independientemente de la edad.