Elección judicial mezquina

Elección judicial mezquina

Cantada vale doble. Aquí lo mencionamos de manera insistente: la elección que supuestamente prometía ser un ejercicio inédito para “democratizar” el Poder Judicial, terminó siendo un circo de tres pistas: una de infamia, otra de embuste y otra de burla. Fue un golpe bajo para la sociedad, que hasta hace unos meses creía en esa cantinela de la democracia.

 

Se veía venir y se cumplió tal cual profecía de Nostradamus. La elección judicial dejó al descubierto la podredumbre de un sistema que se dice del pueblo. Fue una traición, un ultraje al “pueblo bueno y sabio”.

 

Y es que además de la coacción del voto con toda clase de artimañas, desde temprana hora, ese malhadado 1 de junio, los habitantes del distrito judicial 2 se despertaron con la "sorpresa" de encontrar en sus buzones y bajo sus puertas esos infames acordeones, y ya no eran simples panfletos para inducir al voto, sino que llevaban remarcado con plumón negro por cuáles candidatos votar.

 

¡Sí, así como lo lee! Los acordeones que fueron repartidos por el oficialismo, con instrucciones descaradas sobre qué candidatos elegir, fueron utilizados por otros morenistas con las mismas aviesas intenciones y, en un acto de mezquindad, remarcaron burdamente el número por el cual los “convencidos” ciudadanos deberían sufragar.

 

Un acto más ruin no se podía presentar en esta fallida elección. El colmo de la ignominia, pues los propios morenistas, quienes no contentos con burlarse del pueblo, se traicionaron entre sí, como hienas, en una guerra interna de ambiciones mezquinas. Nada nuevo. Y es que al parecer la lealtad es un lujo inalcanzable entre los morenos.

 

La coacción del voto no sólo fue un insulto a la inteligencia ciudadana, sino una afrenta a los principios que el propio partido en el poder dice defender. Quedó en evidencia que no sólo fue una elección fallida, sino también que las promesas de transformación son palabras que se lleva el viento, sobre todo cuando se sostienen con traiciones y maniobras baratas.

 

Esta elección judicial pasará a la historia, no como un ejercicio de democracia, sino como un espectáculo grotesco de manipulación, cinismo y traición. Y es que lo que supuestamente debió ser un proceso para fortalecer la justicia y reflejar la voluntad del pueblo, se convirtió en una guasa descarada de parte del régimen de Cuarta… Transformación.

 

Esta farsa judicial no sólo expone la desvergüenza de un sistema que se jacta de ser transformador, sino que desnuda la falta de principios de quienes lo regentan. El pueblo, ese al que tanto invoca la 4T, merece algo más que volantes y traiciones, merece una democracia de verdad.

 

Los mexicanos merecen más que promesas vacías y traiciones baratas. Merecen una justicia que no se venda en volantes, un país en el cual su voz no sea ahogada por el trazo de un plumón y los intereses mezquinos de quienes ostentan el poder.

 

Eso es lo que, en teoría, se merecen los mexicanos, pero en la realidad, en la práctica, lo único que recibió ese pueblo bueno fue un ejercicio mezquino, es decir, falto de generosidad y nobleza de espíritu.